lunes, 7 de abril de 2008

¿Quién soy y a dónde voy?: Comentario de la Doctora Violeta

Comentario emitido en Décimo Planeta, en la sección Cada loco con su tema, el viernes 4 de abril de 2008.


A propósito de algunas experiencias personales, hoy les propongo reflexionar acerca de las vivencias relacionadas con el trabajo y la profesión en la vida.

Partamos por el hecho de que lo que creemos que somos conforma una entidad psicológica llamada “autoconcepto”, que cada uno de nosotros desarrolla a lo largo de la vida, y que va cambiando en la medida que vamos formando nuestra identidad. O sea, quiénes somos implica también lo que hacemos y de qué somos capaces, y también cómo nos sentimos al respecto de lo que somos. Es decir, que la manera en que nos conceptualizamos a nosotros mismos tiene influencia en nuestra autoestima, en cuánto nos queremos, o nos creemos merecedores de nuestra felicidad o desdicha.

Les voy a hacer la historia (brevemente, como diría… ¿Kramer?) de un pescador. Es una versión de la original, que escuché hace algún tiempo:

En cierta ocasión iba un ejecutivo muy exitoso paseando por una playa. Era el mediodía cuando se encontró con un pescador que felizmente recogía sus redes llenas de pescado. El ejecutivo le preguntó si no era muy temprano para dejar de trabajar. El pescador le miró de reojo y, sonriendo mientras recogía sus redes, le dijo que había pescado lo que necesitaba y que por lo tanto, ya podía regresar a su casa. Incrédulo, el ejecutivo siguió cuestionándolo y el pescador, sorprendido, le respondió:

Mire, yo me levanto por la mañana a eso de las nueve, desayuno con mi mujer y mis hijos, luego les acompaño al colegio, y a eso de las diez me subo a mi barca, salgo a pescar, faeno durante cuatro horas y a las dos estoy de vuelta. Con lo que obtengo en esas cuatro horas tengo suficiente para que vivamos mi familia y yo, sin holguras, pero felizmente. Luego voy a casa, como tranquilamente, hago la siesta, voy a recoger a los niños al colegio con mi mujer, paseamos y conversamos con los amigos, volvemos a casa, cenamos y nos metemos en la cama felices.

El ejecutivo intervino una y otra vez, proponiéndole al pescador que invirtiera más tiempo, para ganar más dinero, y comprar nuevos materiales que le permitieran, en un horario de 8 de la mañana a 10 de la noche, lograr una pequeña flota de barcos, con pescadores a quienes él debería dirigir, para convertirse así, en un hombre exitoso y rico como él.

El pescador, sin comprender el sentido de lo que aquel hombre estaba diciendo, después de escucharlo planificarle su vida por los próximos 20 ó 30 años de trabajo, una vez más, preguntó “¿y eso, para qué?” y el exitoso ejecutivo, desconcertado por la pregunta, respondió:

¡Cómo se nota que usted no tiene visión empresarial ni estratégica ni nada de nada! ¿No se da cuenta de que con todos esos barcos tendría suficiente patrimonio y tranquilidad económica como para levantarse tranquilamente por la mañana a eso de las nueve, desayunar con su mujer e hijos, llevarlos al colegio, salir a pescar por placer a eso de las diez y sólo durante cuatro horas, volver a comer a casa, hacer la siesta, recoger a los niños al colegio con su mujer, pasear y conversar con los amigos, volver a casa, cenar y luego meterse todos felices en la cama?

Mientras el ejecutivo necesitaba tener una vida de esfuerzos e inversiones para, al final, disfrutar de ciertos momentos de gozo, el pescador disfrutaba su barca, su familia y su tiempo, haciendo lo que necesitaba para vivir feliz.

Esta ecuación no falla: mientras más nos dediquemos a aquello que realmente nos identifica, más orgullosos estaremos de nuestros logros, porque no implicarían solamente una forma de ganar dinero para obtener ciertas comodidades y bienes materiales, sino disfrutar cada día, cada hora, cada papel escrito, cada pescado, cada salida a la mar.

La propuesta de hoy es se dé cuenta de los sacrificios que cree que debe hacer y los beneficios que obtiene a través de ellos. Pregúntese: ¿Valen la pena? ¿Es esto lo que me hace feliz? Quizás la felicidad no está en lo que vamos a lograr viviendo una vida sacrificada para llegar a un día determinado en que lograremos todo aquello que hemos pospuesto, sino en disfrutar cada día lo que hacemos, y para eso, hay que ser la persona que queremos y necesitamos ser para ser felices. A lo mejor una pura red nos alcanza para conquistar la felicidad.

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