viernes, 27 de abril de 2007

Cada loco con su tema: los padres.

Por: Violeta González,

la doctora de Décimo Planeta
Comentario emitido en la emsión del sábado 21 de abril de 2007.

Ando en un viaje donde me he podido dar cuenta de que “todo lo que parece no es”.

¿Cuántas veces ha pensado en la cantidad de personas posiblemente enfermas que circulan por las vías de nuestra ciudad? Uno se pregunta: ¿Siempre estuvieron enfermas? ¿Cómo se enfermaron? ¿Cómo eran cuando niños?

Si es cierto que la mayoría de las cicatrices que nos llevan al psicólogo en la adultez, son la huella de heridas de la infancia. ¿Cuánto cuidamos a nuestros niños? ¿Cuánto los protegemos de esas heridas que perduran como cicatrices?


Hoy quisiera hablar de las heridas provocadas por quienes deberían ayudar a curarlas y a evitar que se forme una cicatriz: los profesionales de la salud mental. Este es un tema especialmente relevante, si consideramos que un diagnóstico errado, habitualmente conduce a un tratamiento mal formulado, y por lo general los tratamientos en la actualidad implican determinado cambio en la conducta en los padres, profesores, y en todas las personas que rodean al niño, o más grave, la toma de medicamentos, o lo que es peor, el estigma de ser un “niño con problemas”.

Perdonando la comparación, es como si usted llevara a su hijo al doctor porque le duele el estómago y le dieran un laxante. Como consecuencia, ya no le dolerá el estómago, pero es probable que después para lo que tenga dificultad sea para salir de la casa, ¿no? O sea, que este fue el típico caso en que el remedio fue peor que la enfermedad, pero no por la enfermedad misma, ni por el remedio, sino por el profesional –no tan profesional- que los vinculó de la manera equivocada.


El mensaje de hoy es bien fuerte y claro: no todas las conductas poco comunes en la infancia son enfermedades. No todos los niños intranquilos tienen déficit atencional. No todos los niños “difíciles” tienen problemas de conducta. No todos los niños que lloran mucho lo hacen por infelicidad. No todos los neurólogos, psicólogos y psiquiatras logran entender lo que le sucede a su hijo. Busque ayuda calificada, consulte a varios profesionales, use servicios interdisciplinarios, trate de comprender lo que le pasa a su chico. Es de la salud mental de un niño de lo que estamos hablando, es de un posible adulto sano de lo que se trata esto. Si quiere, véalo como una inversión a futuro, no sólo para el de su crío, sino para el suyo también… o ¿quién quiere un hijo loco?

Preocúpese, ocúpese; un niño es una responsabilidad, sea competente, hágalo por amor, o por deber, o por su futuro, pero hágalo. Recuerde que por cada niño es necesario un adulto (como mínimo) que lo represente y vele por él.


El loco de la semana es el padre o la madre que no se preocupa de sus hijos y es indiferente a sus logros y fracasos. El loco de la semana es el padre o la madre que deja en manos de un profesional de dudosa competencia el bienestar de sus hijos. El loco de la semana es el que cobra por empeorar el síntoma, y medica por teléfono, y recomienda tratamiento a un paciente invisible. No sea usted. No deje que ése sea su tema.

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